sábado, 10 de diciembre de 2011

8/12/2011 Imborrables sonrisas, excitantes parajes y de cómo terminé instalándole el fax a un obispo

El día de la Inmaculada fue completito. Di mis clases de manera habitual y en cuanto terminé me esperaban para irnos a ver un poblado. Estoy teniendo muchísima suerte, porque como ha venido el cámara y quieren grabar los resultados de algunos de los proyectos que se han finalizado (que son muchos, todo sea dicho de paso) me llevan con ellos. Antes de partir me da tiempo a pasarme por el programa de nutrición, donde niños y madres muy delgados están recibiendo leche o fafa (papilla concentrada con todo los nutrientes necesarios) para los pequeños, y pan y algún otro complemente para las madres después. Algunos de ellos se quedan todo el día, y están como ingresados, hasta que consiguen el peso adecuado y luego es sólo mantener. Ahora sólo hay 35, pero ha habido hasta 80 (sin contar el año del hambre que por lo visto venía un número ingente de personas de distintos pueblos, que se duplicaba casi diariamente). De entre los que estaban había especialmente una niña en muy mal estado, que no sé qué edad tendría pero tenía una altura de 3 años, pero pesaría menos que un recién nacido… da muchísima pena, aunque también ves esperanza con el resto de niños que ya están bastante bien y llegaron también muy mal. Las madres, al ser estos días fiesta por las naciones y las nacionalidades del sur, van vestidas de “gala” y tocan tambores y cantan tras dar de comer a los niños; expresan alegría incluso en situaciones difíciles… admirable.

Saliendo de Zway para el poblado, nos encontramos al jefe del mismo, que venía en bici, para ver si nos había pasado algo, pues íbamos tarde (un poco a propósito, porque aquí hay que decir a las 8 y llegar a las 10 para que estén realmente preparados). Subimos su bici a la parte de arriba del todoterreno y nos lo llevamos también. Por el camino vemos carromatos, niños con burros, vacas y/o cabras, una zona algo mas deprimida donde antes acumulaban el agua para beber (que era autentico barro) pero ahora es un vertedero donde distintos tipos de animales se agolpan para comer sobras, carroña o lo que pillen… A todo esto, el director de la misión (parte educativa) va hablando conmigo preguntándome, medio en broma medio en serio, por qué no llevo corbata y voy mas serio vestido si estoy dando clase a nivel universitario (que aquí son así, se crecen en cuanto tienen el título). Mientras nos reímos todos le explico que lo importante está en el cerebro, y me dice que vale, pero que una buena presentación hace mucho, aunque en el fondo tampoco le da mucha importancia (es cierto que llevaba unos pantalones algo rotos, pero casi nada de lo que he traído aquí es especialmente elegante). Eso sí, él todo el tiempo muy cariñoso, porque aquí los hombres se tocan mucho, y me fue abrazando como un padre, jejeje.

Al llegar a nuestro destino, nos están esperando ansiosos, algunos con sus mejores vestidos, y vamos viendo la instalación de agua, la eléctrica, un molino que utilizan para moler maíz y obtener harina para comer y para vender y sacar beneficios para mantener los gastos del pueblo y la escuela … a estas alturas los niños que no estaban en la escuela ya aparecen curiosos para saber por qué estos blanquitos recién llegados están utilizados unas pequeñas maquinas y toman imágenes, y por supuesto, por qué no están ellos en esas imágenes. Tardan unos 10 segundos en coger confianza y pedir que les hagas fotos porque les hace mucha ilusión verse después en la pantalla (aquí no se estila lo de tener espejo, y para algunos de ellos es la primera vez que se ven a sí mismos).

El tema fotos es una constante, aunque quise ser discreto para no molestar, era solicitado como fotógrafo cada 2 segundos. Todo esto entre niños, vacas, burros, cabras, ovejas, perros, adultos, carromatos, garrafas para llenarlas de agua… todo un caos la mar de divertido.

Hemos ido a ver el campo y la cosecha de maíz, y luego la escuela, un edificio de una planta con cuatro aulas, en las que hay hasta 70 niños en la misma estancia. Todos están entusiasmados para demostrar que estudian, pero no pueden evitar esas miradas curiosas pues saben que las cámaras les adoran, y es cierto, es increíble los ojos y las sonrisas que tienen prácticamente todos, son guapísimos. Tras pasar por todas las aulas y revolucionarlos un poquillo, hacen una simulación de salir de clase tocando la campana y todo, muy ordenaditos se ponen en fila, y luego vuelven a entrar (han sido actores por un día).

Finalmente vamos a ver la zona de viviendas porque nos han dicho que podremos entrar a ver una casa por dentro, y así fue, un solo espacio, bastante pequeño, donde duermen, cocinan, usan de despensa,… te das cuenta de la cantidad de cosas que son prescindibles y que antes creía que eran necesarias, aunque seguramente para ellos es más fácil de prescindir pues es lo normal. Ver a algunos niños totalmente desnudos, otros con poca ropa y rota… te hace pensar lo afortunado que he sido por vivir donde he vivido, por la sociedad en la que me he criado… aunque inmediatamente después te das cuenta que aquí hay mas niños felices que en la sociedad en la que vivimos. Ellos, aunque a veces tienen que trabajar y vivir en condiciones extremas, siguen siendo niños, siguen jugando, riendo, viviendo con la naturaleza, son realmente felices. Fui con la idea de que no tenían mucho, y estando allí te transmiten tanta vitalidad y alegría que no puedes parar de sonreír.

Tras el poblado volvemos a la misión, y ya me avisan que nos vamos a Meki (otra ciudad cercana) por la tarde. Vamos a visitar un orfanato que hay allí que tienen también relación, y yo soy incluido en el viaje porque tengo una misión especial: revisarle la instalación del fax al obispo de la zona porque no les funciona. El obispo resultó ser muy majete y dispuesto, estuvo ahí conmigo con los cables para arriba y para abajo como un currito más, y al final resulto que la línea estaba mal, pero pudimos comprobar que el fax funcionaba bien (al menos). Después de mi momento técnico, al orfanato donde los niños cariñosísimos te abrazan y te besan según llegas y te piden que les aúpes (¡qué recibimiento tan excepcional!). Me enseñan las diferentes partes y vemos más niños, mas peques, en la sala de psicomotricidad jugando con pelotas. Allí conozco entre otros a Hana y a Dani, cuya historia es especialmente intensa pues estuvieron a punto de morir pero tanto Nieves como la encargada del orfanato lucharon contra todo para poder llevarlos a España para ser operados, incluso cuando no les daban casi esperanzas. Los niños con mucha fuerza son unos terremotos. Tras conocer la historia destaco la labor que han hecho… Nieves lo llama milagros y providencia, yo lo llamo esfuerzo, perseverancia, lucha… quizá yo tenga más fe en las personas que en la religión, pero lo importante es que los niños están ahí.

No siendo suficiente el día, cuando llego estoy a tiempo de dar otra clase (porque el otro profesor de nuevo falla… no comments). Agotado pero contento hago lo que puedo. Me he ganado la cena y el dormir tranquilito. Por cierto, confirmamos que lo que me picaba eran pulgas, pero espero que estuvieran en los calcetines que ya he lavado a conciencia.

1 comentario:

  1. Por aquí hay una medicina que hace maravillas con las pulgas,te la mando??? :)

    ResponderEliminar