lunes, 26 de diciembre de 2011

22/12/2011 Sabor agridulce, tras la ceremonia del café

Bueno, el domingo no fue muy intenso, aunque para las hermanas estuvo marcado por la visita de Don Bosco (la estatua, claro, con la mano dentro). Resulta que yo no participé mucho, no nos vamos a engañar, pero lo pusieron en un campo de fútbol, colocarón cientos de sillas, y los alumnos de los colegios salesianos hicieron diferentes actuaciones, de representación, baile, y hasta artes marciales (con aro de fuego y todo).., vamos, toda una atracción para otros alumnos, padres y curiosos en general.

Estuve un ratito por allí viendo un poco el ambientillo y me fui. Mi aportación fue un poquito mayor al día siguiente, que llevaron en plan procesión la estatua del campo de fútbol hasta la furgoneta en la que lo transportaban y fui el fotógrafo oficial (voluntario obligado) de la procesión. No estuvo mal, tras la estatua lo seguían estudiantes con una enorme bandera de Etiopía y los niños del Kindergarden fueron cantando con sus babis de colores. Aunque también he de decir que, viendo de cerca la estatua, me enteré que la mano debía estar metido en una caja cerrada con llave en la base de la estatua; vamos que la expectación que me estaba causando la mano esa, quedó en nada.

A nivel académico, la semana ha sido relativamente tranquila, aunque muy ocupada, como siempre, y con otro exámen más, para ver si me mejoraban un poco con el Windows, que la presión a veces funciona, y con la novedad de que probablemente, el otro profesor se vaya, bien por su propio pie porque está haciendo entrevistas en Addis (que por eso ha faltado la mitad de lo que llevo aquí), o bien porque como ha faltado tanto le van a sugerir que se vaya, así que me toca jornada de mañana, y de noche, aderezada con preparación el resto del día … que ni en Accenture iba a trabajar tanto, jeje. La verdad, es que lo de dar clase me está gustando, aunque espero estar haciéndolo bien, pues no es tan fácil valorarlo con los resultados que obtenemos.

Como novedades etíopes:

1. Tuvimos una comida en la que participaron la mayoría de los compañeros etíopes que tenemos aquí, y como muestra de amistad algunos dieron de comer a otros, con las manos la mayoría de las veces, como no podía ser de otra manera, y luego también lo hicieron conmigo. Aún estando con el estómago un poco delicado, lo acepté de buena gana apreciando el gesto y bueno, una cosa local más que he vivido... es agradable que muestren su cariño también conmigo.

2. Además, ¡por fin he estado en una ceremonia del café!, que le organizaron a la voluntaria de Bilbao ya que se fue ayer. La ceremonia en sí viene durando unas dos horas, y consiste en preparar el café desde que es grano (puro) hasta que te lo tomas en taza con un montón de gente, charlando y escuchando música de la zona. Como conclusión, no me extraña que esté tan bueno el café aquí, y no me extraña que no tenga nada que ver con ningún café que haya probado en otro sitio... explico el proceso:

- Antes que nada, se prepara toda la parafernalia que consiste en un soporte de metal donde se ponen las brasas para calentar agua y hacer el café, otro pequeño soporte similar de cerámica donde se ponen más brasas para echar incienso, la bandeja con las tacitas y un balde para lavar las tazas. Además, una especie de tetera de metal, para calentar el agua que se usará tanto para hacer el café, como para lavar las tazas, y un recipiente de cerámica, tipo botijo pero con los pitorros más largos, donde se hará el café.

- Empezando con la elaboración, primero, se cogen los granos de café y se lavan a conciencia para quitarle todo el polvo que pueda tener (primera vez que veía un grano de café sin tostar, y por cierto, no huele apenas);

- Luego se echan los granos en un platillo metálico que se pone encima de las brasas y se tuestan, moviéndolos continuamente hasta que se ponen negritos (creo que aquí está uno de los puntos para el sabor, depende cuánto lo dejes tostar sabrá mas fuerte o mas suave, mejor o peor, es importante pillar el punto).

- Una vez tostados los granos se enfrían un poco, y se echan en un mortero donde son molidos, a mano, con golpes (no con frotación), lo cual es importante por lo que me dijeron, porque no sabe igual si lo mueles así, que si lo haces girando el palo o con molino eléctrico, etc

- Una vez molido se echa en el recipiente cerámico y se echa agua hirviendo, y para calcular si está bien cargado se echa un poco en una taza y dependiendo del color se echa mas o no.

- El recipiente se pone en las brasas y se le pone un tapón, y se deja hervir.

Todo este proceso se hace muy tranquilamente y viene durando una hora, y para aquellos que piensen que esto es algo que se hace porque es fiesta o algo así... no, por lo visto el café siempre lo hacen así (sin toda la parnafernalia y los adornos) pero el proceso de hacer el café siempre es así, y hay veces que lo hacen hasta dos veces al día. Lo hacen las mujeres, y lo sirven también las mujeres (intenté ayudar pero tampoco me dejaron hacer mucho, que conste), y lo sirven con pastas, o en este caso con un enorme pan recién hecho que tenía un toque dulce, y con palomitas de maíz (lo de las palomitas por lo visto es importante también).

Después de todo esto, obviamente estaba bueníiiiiiiiiiisimo, y mira que yo era de tomarme el café con leche, pero aquí casi es un pecado echarle leche al café.

La verdad es que nos juntamos unos cuantos y lo pasamos bien, y así conocí a más gente, y me han asegurado, que en este año, ya me invitarán a alguna otra ceremonia del café, pero por invitarme, no porque me vaya, jeje, así que ya estoy deseando repetir.

Como punto triste, decir que esta mañana se han ido los niños finalmente. Hemos aprovechado todos a jugar con ellos y pasar rato juntos, y yo pensé que no me iba a afectar pues llevo menos de un mes aquí, pero la verdad es que cuando se han subido todos al autobús y me despedía de ellos a través de las ventanas me entró muchísima pena. La pena, claro está, es por mí, porque a ellos el disgustillo se les pasará y estarán muy bien en sus nuevas familias, así que por esa parte, estoy contento por ellos. Quién sabe si algún día me encuentro a alguno de ellos, en Italia, o donde sea.

Quizá por el tema de los niños, para no sacar el tema en la comida, se ha estado hablando un poco del sistema educativo universitario y un poco de política. El tema está complicado si eres estudiante en Etiopía y sacas buenas notas, porque por lo visto, si antes de la Universidad superas cierta puntación, el Estado te dice qué y dónde tienes que estudiar, y puede ser algo que no te gusta y encima en la otra punta de Etiopía, no hacen diferenciación. La parte buena es que te pagan gran parte de los estudios si vas a una Universidad pública, y de nuevo la parte mala es que realmente no te lo pagan, sino que es un préstamo que tienes que devolver los primeros años cuando terminas la carrera trabajando para el gobierno, y si no lo haces no te dan el título, así que no tienes mucha elección.

En relación a la falta de libertad, también se ha hablado de las consecuencias de estar contra el gobierno. Resulta que en muchas ciudades han demolido negocios enteros, oficialmente por no cumplir con los requisitos para los que se había cedido el terreno (porque aquí no hay títulos de propiedad, es comunista, y todo es del estado y lo cede o alquila por X años), pero extra-oficialmente, solo se han quitado los negocios que estaban contra el régimen actual. Evidentemente, la gente que tenía esos negocios, se ha llevado todo, algunos hasta los cimientos, porque no están como para andar dejando nada, pues parte de esos negocios lo regentaba gente bastante pobre.

En definitiva, una vez más, caras contrapuestas de la moneda que es Etiopía, gente encantadora y siempre sonriente, costumbres lindísimas, pero también gran cantidad de niños huérfanos (o abandonados), gente pobre, y una ignorancia y una falta de libertad que puede que sea la principal responsable de todo lo demás... sabor agridulce, tras la ceremonia del café, aunque como digo, aquí siempre la gente tiene una sonrisa y muchas veces no te das cuenta (ni se dan cuenta) de lo que carecen (si ellos supieran que deberían poder elegir).

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