lunes, 28 de noviembre de 2011

25/11/2011 Primer día en Zway, sensaciones contradictorias

Hoy me he levantado a las 4.00h en Addis Abeba, y a las 5.00h hemos salido hacia Zway. Como era pronto no hemos pillado atasco, que es lo habitual, pero al salir de noche he tenido una primera muestra de lo caótica que puede ser la conducción aquí. Afortunadamente, el conductor, Kufa, está experimentado y dentro de lo malo conduce bastante bien, incluso respetando la mayoría de las normas de tráfico. Las luces de largo alcance se usan de manera un tanto indiscriminada: para avisar a otros conductores de que va a adelantar, para avisar de que has visto las intenciones a otros de que van a hacer una pirula (destello), para ver si hay peatones por el “arcén” y no atropellarlos o bien avisarlos de que se aparten (también usan el claxon para esto durante el día). A pesar de ello no he sentido especial preocupación… quizá no piense lo mismo cuando me suba al primer autobús.

El viaje de hecho ha sido bastante instructivo:

- Hemos visto amanecer en la zona rural;

- hemos visto dos pastoreos de camellos (que es rarísimo verlos pues están continuamente deambulando);

- se nos ha cruzado por la carretera una gallina, un caballo y un perro (y me han dicho que ha sido bastante poco);

- hemos visto enormes invernaderos holandeses, echados previamente de Kenia por emplear pesticidas muy contaminantes, pero que han sido acogido alegremente aquí por el trabajo que supone (aunque a los trabajadores les pagan una mierda) a pesar de que, por ejemplo, en el gobierno saben que las malformaciones de los niños no son casualidad, o que las personas del Ministerio del Agua se niegan a beber el agua “depurada” del lago Zway pues el desagüe parece estar a escasos 500 m de la entrada del agua a la depuradora.

Al llegar a la misión he desayunado un poco de nuevo y he descubierto que la esperada leche de vaca no existía (la vaca está seca… por lo visto, aunque los voluntarios me han confirmado que ellos jamás han visto tal cosa) … promesas vacías, pero bueno, es un mal menor.

Llega la hora de las clases y yendo hacia las aulas y hacer el buenos días, se me han presentado dos niñas encantadoras de unos 3 años, ¡qué encanto, qué sonrisa! En el buenos días dan una pequeña charla sobre valores, sobre alguna actualización (hoy he sido yo, me han presentado, pero no tengo claro qué han dicho porque ha sido en amárico), y finalmente rezan un poco y listo, a estudiar. La escuela es modesta, pero está bien montada, con profesores simpáticos y muy familiares, y alumnos también humildes con ganas de aprender.

He tenido la primera reunión, y efectivamente, voy a dar ya clases y no sé ni de qué casi … practicas de redes en el módulo de IT, y dos asignaturas del Degree, así que me tengo que poner a ello ya, a que me cuente el profesor correspondiente, y ver lo que saben los chavales. Lo bueno es que el profesor, Desta, es muy simpático y para romper el hielo vamos a la cafetería y tomamos té y pan recién hecho (que cosa más rica). Después me explica un poco el tema y me da material. Comida con las monjas en la casa de los voluntarios, y a las 14.30h de vuelta a la biblioteca para ver si me organizo algo. Intentando ponernos de acuerdo para un temita informático que nos han pedido yo colaboro con mi opinión y llegamos a un acuerdo, pero sigo a lo mío, a ver si me entero un poco más.

Hasta aquí, sigo motivado, y quedo con otros dos voluntarios de Salamanca para ir a tomar un superzumo/papilla de frutas dulces (impresionante) por 8 birrs (unos 0.30€). Aquí ya me cuentan historias de viajes, calamidades y ternuras, diversiones, peripecias … todo parece interesante y tengo ganas de vivir más aquí … ellos no se quieren ir … yo, quizá porque ya estoy un poco de bajón, empiezo a pensar si yo estoy hecho para esto, si seré capaz de sobrevivir y de asimilar todo, si seré tan valiente como ellos, si, si … tantas dudas, tantos miedos.

Finalmente volvemos a la misión, cenamos y vemos una peli porque, atención, atención, tenemos una TV de 32”, esto no es cualquier cosa (las monjas se toman en serio lo de que los voluntarios, sobre todo los de largo plazo, tienen que estar agusto, jeje).

Antes de volverme a la cama organizo mis cosas y me doy cuenta qué tonto he sido al traer tantas cosas, sobre todo ropa, cuando veo que aquí eso no es algo relevante (y encima el pesazo que he traído, pa’na).

Espero que esta ultima sensación algo más negativa, espero que fruto del miedo y del cansancio, no se apodere de mí … porque me queda un añito aquí. Mañana veremos.

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