jueves, 26 de enero de 2012

20/12/2012 Primer corte de pelo etíope, fiesta con alumnos, la boda del año y la “Epi”

Esta semana vino cargada de fiestas varias, pues algunos de mis alumnos me invitaron a una fiestecilla que habían preparado para celebrar Navidad (creo que es buena señal, no me odian demasiado incluso con los suspensos), fui a la boda del año en Zway y celebré al más estilo ortodoxo la Epifanía, a la cual denomino la “Epi” ;P

Antes de esto, y no por las fiestas sino porque ya me tocaba, me aventuré a ir a la peluquería como un etíope más. Afortunadamente para mí, mi corte habitual de pelo no difiere demasiado del suyo, lo cual facilitó las cosas. Para una mujer sería algo más complejo, a no ser que quiera que le hagan “churrubas” (no se escribe así pero se pronuncia parecido), que son las trencitas pegadas a la cabeza que tanto se estilan aquí.

// Curiosidad: para mantener las trencitas las mujeres, si no tienen economía para comprarse productos, usan aceite, vaselina o atención... mantequilla, directamente de la leche, y alguna vez se puede notar un olorcillo extraño en las cabezas de algunas, amén de algún trocillo blanco //

Para no desarrollar mucho el tema, sólo diré que fui aconsejado ir a una peluquería donde todo está bastante limpio, tiene una máquina para esterilizar el cortapelos (primera vez que lo veo aunque me parece práctico teniendo en cuenta que aquí no lavaban la cabeza en la peluquería), antes de cortarte el pelo le echan colonia tambien para limpiar los cabezales, me cortaron perfectamente el pelo, me arreglaron la barba y si se lo pido yo creo que me hacen hasta las ingles con el cortapelos también, y al finalizar me echaron after-shave, colonia, y yo que sé que más. Salí como un pincel, un pincel blanco, pero pincel al fin y al cabo.

La fiesta con los alumnos fue muy divertida, aunque empezamos un tanto regulero, pues se suponía que me venían a buscar y al final fui solo hasta el lugar en cuestión. La confusión la tuvo el vigiltante de la misión, que o bien no nos diferencia a los dos voluntarios (y mira que David es rubio y yo moreno y con barba), o bien no se acuerda quién entra y quién sale, porque le dijo al alumno que me vino a buscar que ya me había ido.

La fiesta era en el lago, en una especie de pequeño resort, que o aún no lo han terminado, o han decidido dejarlo a medias, y que por 2 birrs puedes entrar y montarte una minifiestecilla en una de las habitaciones a medio hacer... es algo así como ser un okupa temporal. La verdad es que la idea está muy bien, porque los chavales se lo pueden permitir al menos una vez al mes y no están en el parque haciendo botellón, aunque aquí son muy sanotes y la verdad es que lo único que tenían de alcohol era una botella de vino, que por cierto, atención, atención, también lo mezclan con Coca Cola para hacer kalimotxo, aunque aquí se llama de otra manera que no me acuerdo ahora.

La fiesta consistió en ceremonia del café, más una tarta que habían comprado y me dejaron el honor de cortarla, pan del mismo tipo que comí en Navidad, yo aporté un poco de turrón, y todo aderezado con risas, bailes, escuchar música moderna (etíope, pero moderna)... fiesta tranquila pero divertida, en la que me enseñaron algunos pasos y donde se alegraron de ver al profe bailando. Yo también me alegré de ver a algunos de ellos en otro contexto pues en clase están muy serios. La verdad es que son un grupo muy simpático y muy sanote. También me gustó ver cómo los chicos del grupo ayudaban en la mayoría de las tareas, recoger como las chicas, ellas decidían como ellos... bastante igualdad (bueno, servir el café no, que por lo visto eso es algo tradicional de ellas y ahí mantuvieron los roles). Espero que la nueva generación vaya estableciendo estas buenas costumbres y que esto lo hagan siempre y no sólo cuando estoy yo (que también ha podido ser el caso).

Al final de la fiesta nos fuimos al lago a hacer unas fotos y para casita prontito, antes de que anochezca, pues algunos viven tan lejos como 6 Km de distancia y tienen que ir andando pues no tienen dinero para comprarse una bici.

Otro acontecimiento que surgió un poco de repente fue la boda de una de las profesoras de diseño de moda, que por lo visto se casaba con uno de los peces gordos de la ciudad. Yo oficialmente no estaba invitado pero todos los profesores de mi departamento iban y colaboraban con la boda aportando una pequeña cantidad. Yo no quise comprometer a la chica, pero por extensión David puso mi parte y fui extraoficialmente invitado. En principio pensé que sería un tanto incómodo pues no soy familia ni amigo directo, hasta que me di cuenta que a la boda iban más de mil personas, y terminé siendo un punto blanco en fondo negro.

Bueno, bueno, que fiestón. Para empezar nunca se había visto la ciudad tan colapsada como la ristra de vehículos que iban en dirección a la ceremonia (que se hacía en el club de los invernaderos holandeses Sher Ethiopia). Si anteriormente comenté que en ocasiones se adelanta mientras viene otro coche/camión/bus de frente (3 vehículos en carretera de 2 carriles), eso fue claramente superado por las 3 líneas de vehículos que circulaban en paralelo en la misma dirección, más los que venían de frente que pasaban como podían (4 líneas de vehículos en dos carriles…la carretera es anchita, pero en este caso el arcén y parte de la cuneta eran extensión de la carretera). A esto añadimos el interesante concepto de transportarnos hacia la boda en “bayach” (tuk-tuk) 5 personas más el conductor, y atravesamos caminos de tierra, que implicaban viajar dentro de una nube de polvo que aparte de demostrar que se puede conducir perfectamente sin ver ni torta, también transformó mi camisa blanca en marroncilla… menudo espectáculo.

La fiesta empezó 1 hora y media tarde (que aquí es lo normal) y fue una serie de canciones y bailes ortodoxos, mezclado con diferentes discursos de personajes religiosos o simplemente familia pero que también lanzaban mensajes religiosos, y comida etíope en plan masivo que consistió en injera con diferentes guisos y/o salsas y/o mezclas de quesos y especias y/o panes y… y aquí viene lo bueno… carne cruda con salsa muy especiada (mostaza y otra cosa picante), supongo que para matar todo bicho que haya en la carne. La carne te la cortaban en el momento, de la vaca ahí casi entera colgada como en el matadero, directa a tu plato, más fresco no se puede. Probé un poco y la cosa es que estaba bueno, aunque preferí no excederme por si acaso (finalmente no tuve problemas técnicos debido a la carne). Después de más de tres horas de ambiente ortodoxo finalizó esta primera parte y fuimos al lago Langano para rematar la faena (de nuevo con procesión de coches, esta vez sólo una o dos líneas en paralelo, pero durante 20 Km). Allí nos relajamos un poco y finalmente hicieron otro mini-evento con 5 tartas formando pirámide y una especie de pequeño escenario también con escaleras, de manera que los novios se ponían arriba para cortar la tarta de la cúspide, y las 4 damas de honor en el lado de la novia, y los 4 padrinos en el lado del novio en las escaleras. Ahí hacían sus cositas con bengalas, con copas de vino espumoso (el novio repartía su bebida entre los padrinos, y la novia lo mismo con las damas de honor) y cortaban la tarta y los novios daban de comer a los padrinos y damas de honor (como ya he dicho lo de dar de comer es un gesto de amistad y cariño). Al final música, confeti y lo que quedó de la tarta para los invitados.

He de destacar, que aunque había algunos vestidos tradicionales, aquí son muy “fashion” y no veáis los modelitos que se veían por aquí. También es cierto que esto era una boda de alto standing y no creo que sea lo habitual. Lo que está claro es que aquí, como en todos los sitios, cuando alguien tiene pasta y se la gasta, se nota.

Lo último destacable de la semanita fue “La Epi”, la Epifania como diría mi padre (sin tilde, jeje). Otro fiestón que me añadió un día al fin de semana, pues caía en viernes J, y que me demostró una vez el fervor religioso y dedicación de la gente a este tipo de actos. Decidí integrarme todo lo que pudiera (incluso no siendo ortodoxo) y tragarme desde el jueves la víspera, que es una de las partes importantes. Esta vez fui con uno de los profesores de por la mañana, que también es mi alumno en las clases de la noche, pues se ofreció a acompañarme y guiarme en esta fiesta (y de vez en cuando traducirme alguna cosilla).

El programa fue tal que así: Primero a la iglesia ortodoxa, a rezar mientras diferentes grupos de jóvenes de esa “parroquia” (no sé si se utiliza este término aquí) recitaban entonando diversas oraciones al estilo ortodoxo (en plan canción), daban palmas, etc etc (lo que vienen siendo rezos ortodoxos). Los chavales vestidos como en plan Semana Santa con trajes de diferentes colores dependiendo de su edad y tiempo en la parroquia se situaban en dos filas y algunos de ellos sujetaban una bandera larguísima de Etiopía, que serviría posteriormente para “proteger/apartar” un poco de la multitud a los representantes religiosos, que iban con sus sombrillas de colores y flecos. Después comenzó la procesión, precedida de los que esparcían en el suelo un tipo de hierba (que también emplean para la ceremonia del café) bendecida, creando una especie de camino sagrado. A mitad de camino nos juntábamos con otras procesiones que venían de otras iglesias, para terminar todos en la iglesia ortodoxa principal, que aquí es la que está junto al lago.

Esta procesión tiene un sentido, y es juntar y llevar los diferentes “tabots”, que es una copia de las tablas de los 10 mandamientos (las de Moisés) y cada iglesia tiene al menos una, hacia el punto final para que todo el mundo rece. Toda la noche se quedan algunos para seguir orando (y acampar allí) y esperar el final de la fiesta que se hace al día siguiente, con otra procesión, para traer de vuelta a cada iglesia los “tabots”. En la vuelta, se vuelve a dejar el “tabot” en la iglesia y se reza otra hora (esta última me la salté pues el viernes iba con dos chicas y me iba a tener que sentar separado de ellas y no me iba a enterar de nada, aparte del hecho de que era la hora de comer y mi fe tiende a cero, sobre todo si tengo hambre al mismo tiempo).

Como dato adicional, es bueno decir que el tema de los “tabots” viene de atrás, porque ellos dicen que las tablas originales de Moisés se conservaban desde hace tropecientos años en Axum (al norte del país). Con la invasión musulmana luego se trajeron a una de las islas del lago Zway, para posteriormente, cuando se calmó la situación en tierra firme, llevarlo de nuevo a Axum. En resumen, que los “tabots” son algo muy importante y “La Epi” se celebra en toda Etiopía con procesiones multitudinarias. Esta fiesta también hace honor al bautismo, y por tradición la gente durante esta fiesta se mete en el lago para reafirmar las promesas del bautismo, y también se aprovecha el día para realizar bautismos a los niños (los que han nacido por estas fechas supongo, no van a estar aguantando todo el año para este día). Los que se meten en el lago creo que no están familiarizados con el concepto de esquistosomiasis (que es la razón por la que sólo el lago Langano es apto para el baño)... o quizá algunos sí lo están y por eso no lo hace todo el mundo.

Haciendo un balance temporal de la fiestecilla, el jueves en la víspera nos tiramos unas 5 horas de pie, más otras 2 el viernes, así que terminé un tanto agotado e intenté descansar la tarde del viernes, sobre todo teniendo en cuenta que al día siguiente teníamos la visita de la embajadora de Canadá, que venía dispuesta a hacer excursiones, andar y descubrir diferentes partes de la zona en el mismo fin de semana…

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